El poder de la situación
En este experimento, uno de los más controvertidos de la psicología
desde un punto de vista ético, Philip Zimbardo convirtió el sótano del departamento de Psicología de
la Universidad de Stanford en una prisión simulada con un propósito claro:
analizar la obediencia a
la autoridad, así como la deshumanización de los prisioneros y la
desindividualización de los guardias. En definitiva, Zimbardo pretendía
estudiar el comportamiento de los seres humanos bajo la influencia de una serie
de variables situacionales y responder algunas preguntas, cuanto menos,
inquietantes: ¿Qué sucede cuando se pone a personas buenas en una mala cesta?
¿Prevalece la cordura o se impone la violencia? ¿La humanidad gana al mal, o el
mal triunfa?
Sorprendentemente, la asunción de los diferentes roles fue inmediata, y
los dos grupos de estudiantes (guardias y prisioneros), inicialmente muy
similares en todos los aspectos, generaron una serie de cambios insospechados en
menos de una semana. Los prisioneros se mostraron sumisos, dependientes,
desvalidos, depresivos y enormemente pasivos. Los guardias, por el contrario,
se mostraron malvados, sádicos, inflexibles y mezquinos; abusaron de su poder y
estatus hasta lo inimaginable; y todo hay que decirlo, generaron un alto
sentimiento de pertenencia al grupo. Desde el principio comenzaron a imponer
nuevas reglas, humillando y vejando a los prisioneros de forma desalmada.
Utilizaron la violencia verbal y los castigos arbitrarios en todo momento. Y en
general, abusaron de la sumisión de los prisioneros siempre que pudieron.
En palabras de Zimbardo: “Pudimos observar cómo la cárcel deshumaniza a
las personas, transformándolas en objetos e inoculándoles un sentimiento de
desesperanza. Respecto a los guardias, nos dimos cuenta de cómo gente normal
puede llegar a transformarse desde el bueno Dr. Jekyll al malvado Mr. Hyde.”
Para Zimbardo la conclusión es clara: la fuerza de la situación puede ser mucho
más poderosa que la personalidad del individuo.
Según la Wikipedia, las principales conclusiones del experimento de
Zimbardo son las siguientes:
El experimento evidencia la obediencia de las personas cuando se le
proporciona una ideología legitimadora y el apoyo institucional.
Se ha empleado para ilustrar la teoría de la disonancia cognitiva (de
Leon Festinger) y el poder de la autoridad.
El experimento apoya las teorías de la “atribución situacional” de
la conducta (la situación provocó la conducta, no las personalidades de los
individuos). Apoyando las conclusiones del experimento de Milgram en el mismo sentido.
En relación a este último punto, decir que tendemos a pensar que el mal
(o el bien) se encuentra en el interior del individuo (orientación
disposicional), sin tener muy en cuenta los factores externos (las variables
situacionales). Posiblemente sobrevaloramos el peso de los factores
disposicionales e infravaloramos la importancia de los situacionales.
En una entrevista, Zimbardo contrasta los resultados de su experimento
con el de Milgram y concluye con tres ideas fundamentales:
La obediencia a la autoridad requiere nuestra participación en el
proceso de creación del mito de la autoridad, que más tarde quedará legitimada
con nuestra sumisión y obediencia.
La razón por la que podemos ser tan fácilmente manipulados es porque
creemos en cierta invulnerabilidad personal y en un autocontrol que nos hace
pensar erróneamente que somos independientes al poder de las fuerzas sociales.
El mal y el daño no son necesariamente fruto de acciones de personas
malvadas, sino el resultado generado por buenos burócratas que simplemente
hacen su trabajo.
Este último punto, recuerda lo que comentaba Hannah Arendt a raíz del horror nazi: “los actos monstruosos,
a pesar de sus horrores, son simplemente una cuestión de burócratas leales que
cumplían servilmente órdenes”. Obedecer órdenes sin plantearse las
consecuencias morales y sin ser consciente del mal que se puede hacer, esta muy
relacionado con la delegación y la difusión de la responsabilidad.
Parafraseando a Arendt, el problema de fondo que plantean los
experimentos de Zimbardo y Milgram es “la banalidad del mal”. Cómo
personas normales pueden ser manipuladas por sistemas de poder, capaces
de influir de forma insospechada en las creencias y comportamientos de los
individuos mediante la creación de las condiciones situacionales adecuadas, que
les permitan cometer las mayores atrocidades imaginables sin atisbo alguno de
culpa o remordimiento.
Antes de conocer los experimentos de Milgram y Zimbardo tendía a pensar
que el mal se encuentra en el individuo, en psicópatas tipo Hitler, Stalin o
Mao Zedong; y así es en algunos casos, pero siempre hay que considerar muy
seriamente los factores situacionales que logran generar estos personajes. Como
dice Zimbardo, “los poderosos nunca hacen el trabajo sucio con sus propias
manos”. Lo que hacen, basándose en su enfermiza imaginación, es generar las
jerarquías de poder, los mecanismos de influencia y de comunicación necesarios
para sembrar el odio y la desconfianza entre las personas. En definitiva, lo
que hacen es implantar en las mentes de los individuos la imagen de un enemigo
aterrador que amenaza su bienestar personal, su seguridad y su futuro;
convirtiéndolo en un ente abstracto que no merece vivir. En los casos más
extremos, las personas que han sufrido los efectos de estos sofisticados
sistemas de propaganda (que no son más que profundos lavados de cerebro), son
capaces de justificar incluso el genocidio. En palabras de Zimbardo: “conocemos
los métodos usados por la maquinaria propagandística de Hitler para transformar a vecinos,
compañeros de trabajo e incluso amigos judíos en enemigos despreciables del
Estado merecedores de la solución final”. Así se consigue la sumisión de los
millones de personas que hicieron posible el Tercer Reich, solo por mencionar una de las múltiples
aberraciones contra la humanidad que ha cometido el ser humano en el siglo XX.
Pero podemos ir más allá del Tercer Reich y sus seis millones de
muertos: ¿cómo es posible que Stalin
matara a veinte millones de rusos, o Mao
Zedong hiciera lo propio con treinta millones de chinos? ¿Cómo se
generaron los genocidios de Sudán, Ruanda o Camboya? ¿Cómo es posible que
una persona sea capaz de matar a un vecino, y amigo, junto a sus hijos cumpliendo
órdenes de un determinado gobierno?
Entiendo que el proceso mental que lleva a señalar a alguien como el
enemigo a exterminar no es ni mucho menos sencillo, pero cuando se produce
genera seres humanos como Eichmann,
seres normales que en un momento dado de sus vidas desconectan del más mínimo
atisbo de moralidad por miedo a ser rechazados por su grupo de referencia.
¿Debiles mentales que simplemente cumplían ordenes…?
Lo más espeluznante, según nos dice Zimbardo, es que cualquiera de
nosotros puede llegar a ser como Eichmann o Mengele (o quizás como ese hutu que es incapaz de violar a una
sola mujer más, cansado después de una larga jornada de descuartizamiento
masivo de tutsis) si la situación le lleva a ello.
¿Cómo es posible que un ser humano sea capaz de renunciar por completo a
su humanidad en aras de una ideología irreflexiva que le lleva a cumplir
órdenes impuestas por una autoridad que le anima a destruir a todo aquel que es
etiquetado como enemigo? No lo sé. Pero si sé que algunos seres humanos (quizás
héroes) no se dejan
arrastrar por la fuerza de la situación: recientemente en Libia una serie de militares han
estado dispuestos a morir fusilados antes que atacar a sus propios
compatriotas, y un par de pilotos de caza decidieron no atacar los objetivos
marcados por Gadafi,
prefiriendo lanzarse en paracaídas y estrellar el avión…
Todavía hay esperanza más allá del Señor de las Moscas…
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REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS Y DOCUMENTALES
Carrión,
Juan (2011) El Poder de la Situación: Reflexiones sobre El Experimento de la
Cárcel de Stanford. [Artículo en línea] disponible en: https://juancarrion.wordpress.com/2011/06/01/el-poder-de-la-situacion-reflexiones-sobre-el-experimento-de-la-carcel-de-stanford/ [Consulta:
2017; julio 23]
Shuttleworth, Martyn (s/f) Experimento de la cárcel de
Stanford [Artículo en línea] disponible
en: https://explorable.com/es/experimento-de-la-carcel-de-stanford [Consulta:
2017; julio 23]
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